Lunes, 2 de enero.
Hoy es uno de esos días en los que con sólo levantarme ya le he ganado la partida al destino. Y es que ayer no fue un buen día para mí. Supongo que para nadie. Nunca un 1 de enero fue un buen día que celebrar, si más bien un día que acabar de una pieza. Pensadlo bien: empezamos atragantándonos con uvas para después convertir esa tradición en alcohol, más alcohol, un poco de sueño y una comida de abuela con primero, segundo, tercero, cuarto y postre, café y dulces de Navidad. Si fuera poco aún después de eso siempre hay un gracioso en la familia que comienza una frase tal que "Pues ahora que estamos todos juntos podríamos...". Sí, desgraciadamente en mi familia también y tiene forma de primo Gonzalo, el hamster -hipster- de la familia.
El día 2 es como un segundo hijo: sigue haciendo ilusión pero ya no es la gran novedad que todos esperan. Es el momento de empezar los propósitos de este año - para quien los haga, que yo ya hace tiempo decidí no malgastar mis escasas neuronas - y sobre todo, momento de dietas. Y de volver al trabajo, por desgracia también. Aunque hoy, visto lo visto, no va a empezar como debiera para el resto de gente. Para mí, el año nuevo sí va a significar vida nueva. Os cuento.
Hace un par de días presenté mi carta de dimisión en el despacho de abogados donde solía trabajar. ¿Razón? En un año había llegado al límite de mis posibilidades entre tanto buitre carroñero. Los ascensos estaban contados, las tareas repartidas y los salarios congelados. No veía, por el momento, opción alguna de obtener algo mejor dentro de la empresa que el hecho de ser el coordinador responsable de nutrición y mantenimiento del lugar, esto es, el encargado de traer cafés y comprar comidas. Y, de hecho, la mitad del tiempo de trabajo la pasaba entre barras. Pero llega un momento en que calibras si tus años de estudio sirvieron para algo y no crees que el puesto de bartender sea el más adecuado a tu perfil de Infojobs, así que decides cambiar de trabajo. Y yo, con el calor de la cena de empresa, redacté y envié por correo electrónico la carta de renuncia a mi jefe. Si es que los "no hay huevos"...
Total, que hoy he decidido comenzar una aventura nueva, ya que no tengo trabajo. Y como buen aventurero necesito algún paisaje diferente que explorar. Ir a la playa suena tentador, excepto porque es enero y estamos bajo cero aquí en Burgos. Y la montaña más de lo mismo. Así que me decido por algo cálido, que el sufrimiento sea el mínimo. Venezuela. No, que está el chavismo. Bolivia. ¿Qué hay en Bolivia? Brasil, oohh la bela Brasil. Todavía no hablo brasileiro. Argentina debe ser la elegida, aunque creo que por descarte. Me gusta la idea de descubrir Argentina, con su tango, su pasión, su forma de hablar... "Sí, en efecto. Billete para Buenos Aires en el primer avión que salga. Sin escala por favor". Buenas noches desde la estratosfera.
Desde siempre volar en avión me ha relajado, pero esta vez me he sentido nervioso. La ciudad me ha recibido cansado, aunque lleno de ilusión. Y todavía tengo que pensar qué sentido le voy a dar a este viaje. De momento voy a conocer Argentina y mañana el tiempo dirá. ¡Taxi!¡Al Hotel Magnolia en el centro, por favor!...
(Q)