¿Quién es Papá Noel?
Amira observaba con miedo a aquel hombre extranjero que le ofrecía un regalo. El paquete era grande, cuadrado y envuelto con un papel verde y dorado, nada usual en Alepo en los últimos tiempos. Acercándose mientras miraba de reojo a su madre, Amira se encaminó temblorosa hacia el centro de la multitud donde aquel misterioso hombre aguardaba con el paquete en alto, con la mirada fija en ella y una desentonante y resplandeciente sonrisa de oreja a oreja. ¿Qué hacía un hombre como aquél trayendo un regalo a una pequeña niña en una tierra tan lejana?
Tan pronto se encontró frente al desconocido extranjero agachó la cabeza y extendió las manos, con lágrimas brotando de sus ojos. Notó como la mano de aquel hombre se acercó a su mejilla, apartándola en un acto reflejo. Las lágrimas continuaban corriendo incesantes por su rostro, al tiempo que un tímido sollozo recorrió la silenciosa habitación. Aquel hombre volvió a posar su mano sobre la mejilla de Amira y secó con su dedo pulgar la última de las lágrimas que la joven derramó. En un gesto suave levantó la mirada de la niña hasta encontrarla con sus ojos y le dijo en un forzado idioma árabe: "Sé que tienes miedo, pero hoy estoy aquí para que, aunque sea por un rato pequeño, olvides todo y vuelvas a ser una niña otra vez más", acercando con la otra mano el paquete a sus manos.
El tono de su voz era grave y en parte ronco, su pelo blanquecino y piel rasgada contrastaban con la juventud de las personas que habían allí reunidas, en su mayoría madres con niños pequeños. El motivo: aquel hombre era conocido como el Papá Noel de Alepo y es que solía visitar y brindar cuantiosos regalos a los más pequeños. Y esta vez le tocaba a Amira, que todavía sostenía confundida el paquete entre sus manos. "Ábrelo. Es para ti, para que te lo quedes" le sonrió. Y ella, lentamente, deshizo el lazo que envolvía el papel y pudo entrever el pelo de una muñeca con ojos azules. Inmediatamente el miedo dejó paso a la alegría, y la muñeca consiguió volver a sacar una sonrisa en sus labios que el tiempo había desdibujado. "¡Ahora tengo una hermanita más pequeña que yo!" gritó ilusionada mientras miraba a su madre. De repente un pequeño silbido se escuchó de fondo, haciéndose más fuerte por segundos. Todo se volvió negro.
Cuando Amira despertó todavía sostenía la muñeca de la mano, pero no conseguía ver nada por la nube de polvo que cubría su alrededor. No quedaba nadie allí, todos habían desaparecido. "¿Adónde habrán ido y por qué me han dejado aquí sola?" pensaba mientras llamaba desesperadamente a su madre. Pero ella no estaba tampoco...
(Q)
* Historia elaborada a partir de una noticia real: El contrabandista de juguetes de Alepo, http://www.bbc.co.uk/news/world-middle-east-37481761 (en inglés)