Deshaciendo el baúl de mis memorias encontré en un rincón, apiñados junto a los restos de lo que había sido toda mi vida, una serie de recuerdos de aquellas cosas que pudieron haber cambiado mi vida pero que, en un último capricho del destino, cedieron su asiento a nuevos porvenires. Allí estaban sentados, en círculo, como intentando adivinar cómo sería una vida si ellos mismos se hubieran convertido en realidad.
Allí encontré una lista de libros que no leí, casi todos de piratas y aventuras. También estaba aquella bicicleta que tanto quise de pequeño, y que los Reyes Magos nunca se dignaron a traer. O aquél set de pinturas al óleo que nunca mostraron un bello paisaje expuestas sobre lienzo. Había otros más íntimos, como aquellas palabras que nunca supe pronunciar, aquél beso que nunca di, aquella lágrima que no pude derramar. Todos juntos debatiendo si mi vida no hubiera sido la misma en caso de haber sabido cambiar los acordes del destino...
Y mirándome, todos de una vez, con desdén se alzaron aquellos momentos de vergüenza en los que no supe reaccionar a tiempo y, mirándome fijamente a los ojos, airadamente me preguntaron: "¿eres feliz? ¿eres más feliz ahora que con nosotros?". Y a su lado surgió, como de la nada, una llama brillante que poco a poco fue tomando forma de recuerdo. Allí estaba, inocente y cándido, el recuerdo de esa pregunta que posiblemente nunca sepa responder...
(Q)